Queridos hijos, ¡coraje! El mañana será mejor para los justos. Alejaos del mundo y vivid vueltos hacia las cosas del Cielo. No lo olvidéis: Todo en esta vida pasa, pero la Gracia de Dios en vosotros será eterna. Conozco a cada uno de vosotros por su nombre y rogaré a Mi Jesús por vosotros. Abrazad alegremente el Evangelio de Mi Jesús y testimoniad en toda parte que estáis en el mundo, pero que no sois del mundo. La humanidad perdió la paz porque los hombres se apartaron del camino de la santidad. No viváis en el pecado. Arrepentíos y reconciliaos con Dios por medio del Sacramento de la Confesión. Cuando os sintáis débiles, buscad fuerzas en la oración y en la Eucaristía. Camináis hacia un futuro doloroso. La Tierra pasará por grandes transformaciones y Mis pobres hijos beberán el cáliz amargo del sufrimiento. Aquello que os predije en el pasado se realizará. Sufro por aquello que se viene para vosotros. Dadme vuestras manos y Yo cuidaré de vosotros. ¡Adelante por el camino que os he señalado! Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.