Queridos hijos, no temáis. Dios está en el control de todo. Confiad en Él y saldréis victoriosos. Yo soy vuestra Madre y os amo. No perdáis vuestra esperanza. Conozco a cada uno de vosotros por el nombre y rogaré a Mi Jesús por vosotros. Cuidad de vuestra vida espiritual. Buscad en primer lugar las cosas del Cielo y seréis felices ya aquí en la Tierra y, más tarde, Conmigo en el Cielo. Huid del pecado y, arrepentidos, buscad a Jesús por medio del Sacramento de la Confesión. No os olvidéis: Es en esta vida, y no en otra, que debéis testimoniar vuestra fe. Tiempos difíciles vendrán para los que aman y defienden la verdad. Dadme vuestras manos y Yo cuidaré de vosotros. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.

Queridos hijos, Mi Jesús espera mucho de vosotros. Confiad en Él, que os ama y camina con vosotros. Él os ha escogido para llevar Su Mensaje de Salvación a todos. Animaos y anunciad sin miedo que Mi Jesús es vuestro Único Camino, Verdad y Vida. Camináis hacia un futuro de gran confusión y división. Muchos fervorosos en la fe retrocederán por miedo. Vosotros, que sois del Señor, buscad en El vuestra fuerza. Como Él prometió, Mi Jesús estará con los Suyos hasta la consumación de los siglos. Yo soy vuestra Madre y vengo del Cielo para llevaros al Cielo. Dadme vuestras manos y Yo os conduciré a la victoria. Suceda lo que suceda, no retrocedáis. Sois del Señor y solamente a Él debéis seguir y servir. ¡Adelante! Yo rogaré a Mi Jesús por vosotros. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.

Queridos hijos, no viváis apegados a las cosas que pasan, sino buscad ante todo los Tesoros del Cielo. Mi Hijo Jesús os amó y os enseñó con Sus Ejemplos y Palabras. Imitadlo. Abrid vuestros corazones a las Maravillas de Dios. No os crucéis de brazos. Vivís en el tiempo de los dolores. He aquí el tiempo del cambio espiritual. No arrojéis fuera las bendiciones que Mi Jesús os envía por Mi Intermedio. Sed mansos y humildes de corazón y veréis las Maravillas del Señor en vuestras vidas. Camináis hacia un futuro de una gran guerra espiritual. Vuestra arma de defensa está en el Evangelio y en la Eucaristía. Yo os he señalado el camino; La decisión de seguir es vuestra. No os olvidéis: A quien mucho se le ha dado, mucho se le exigirá. Adelante! Yo rogaré a Mi Jesús por vosotros. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.