Queridos hijos, abrid vuestros corazones al Amor Misericordioso de Mi Hijo Jesús. Él os espera con los Brazos Abiertos. Acercaos al confesionario y, arrepentidos, acoged la Misericordia por medio del Sacramento de la Confesión. Mi Jesús quiere salvaros. Sed dóciles y escuchadlo. Vivís en un tiempo en el que las tinieblas parecen ganar, pero Mi Jesús está en el control de todo. Su Luz disipará a toda la oscuridad de los corazones de los que aman y defienden la verdad. ¡Coraje! Sed hombres y mujeres de oración. Imitad a Juan el Bautista. Juan era un hombre de profunda espiritualidad. Silencioso, hablaba en los momentos adecuados y sus palabras transformaban vidas porque enseñaba la verdad. La verdad es vuestra gran arma de defensa para estos tiempos de confusión espiritual. Con la misma valentía de Juan el Bautista, llevad el Mensaje de Mi Jesús a aquellos que caminan hacia el abismo espiritual. Silencio, escucha y oración: he aquí las armas que os ofrezco para vencer al demonio. Adelante en la defensa de la verdad. Aún veréis horrores en la Casa de Dios, pero la verdad vencerá a la mentira. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.